Frágil hojarasca en busca del incendio.
Gritos de horror al crujir bajo los pies del monstruo de nuestros insaciables deseos.
La primavera se cansó de ser ignorada, se esfumó y nos dejó con la raíz rota.
Nos secó el desarraigo de la interminable conquista aislada.
Se muere el pájaro y no tenemos heraldo de vida, se acaba el último rezago de ternura.
Respiramos el humo de nuestra naturaleza muerta.
Nardo.